Libro digital 1 TOMO-5 | Page 372

344 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO Balboa y de Andagoya, que no pasaron del Puerto de Piñas y de Virú, puntos muy alejados del Tahuantinsuyu Incaico. Se trata casi con evidencia de la llegada de Pi- zarro a Túmbez en 1527. Los tres españoles que allí que- daron y por los que Huayna Cápaj envió, son Alonso de Malina, Morillo y Bocanegra, a los que no llegó a ver, como dije el otro día, porque ya los indios los habían asesinado o por que Huayna murió antes de que arriba- ran a Tomebamba. Los principales historiadores convie- nen en que Huayna Cápaj gobernaba cuando el efectivo descubrimiento del Perú por Pizarra, los Trece de la Fama y Bartolomé Ruiz. Así lo dicen o lo dan a entender Las Casas, uno de los Cristóbales de Malina y Montesinos; y por ello lo repiten Robertson y Prescott, y el Arzobispo de Quito González Suárez coloca la muerte de Huayna Cápaj en 1527, acercándose ya mucho a mi opinión. Cuan- do en 1532 volvió Pizarra a Túmbez, estaban frescos los recuerdos y estragos de la gran peste que asoló el Perú e hizo perecer al Inca; y ya expliqué que aun puede que fuera esta epidemia de viruelas la que en la misma expe- dición el año de 1531, afligió a los castellanos en Coa- que, interpretada por muchos como de verrugas. Jerez, irrecusable en calidad de testigo presencial, I10 lo es en manera alguna cuando trasmite los relatos indí- genas, en los que con frecuencia yerra, porque no los en- tendía bien o se dejaba engañar de las patrañas populares. No sólo es reparable, como lo apuntan modernos autores, que llame a Huayna Cápaj y Huáscar respectivamente Cuzco Viejo y Cuzco Mozo (pues al cabo en esto pudo haber fundamento y denominarse los Incas por el nom- bre de su ciudad principal, conforme a los reyes europeos se les apellidaba familiarmente por sus reinos), sino es mucho más de advertir y tachar que coloque la ciudad de Chincha en la parte central del gran camino incaico, que era la calzada de la Sierra y no la de la Costa, y