Libro digital 1 TOMO-5 | Page 371

EL IMPERIO INCAICO 343 que es la cuenta de Pedro Pizarro, y 1523, que es la de BIas Valera, Garcilaso y Cabello Balboa, hasta 1524, con Pedro Sarmiento. Llegan otros a 1526. Derívanse estos cómputos de los testimonios de cronistas primitivos, co- mo Jerez, que la señala ocho años antes de la Conquista, y el mismo Pedro Pizarro, que la dilata hasta diez ante- riores a esa fecha. La fuente se halla en las declaraciones de Atahuallpa y los suyos, los cuales tenían grande inte- rés en prolongar el tiempo que precedió a la deposición de Huáscar, para que se considerara al rival quiteño co- mo pacífico y diurturno poseedor en sus pretensos domi- nios hereditarios. Pero hay conjeturas que contradicen dicha tesis, trayendo mucho más acá la época de defun- ción del último Inca indiscutido. Cuando Vaca de Castro levantó sus Informaciones, cuyo extracto disfrutamos, los pocos quimocamayos salvados de las matanzas atahualpis- tas, calcularon, según las cuentas de sus nudos, que el período de Huáscar no había durado sino dos años y cuatro lunas o meses. Como probablemente los reinados se computaban sólo a partir de la coronación y de la adop- ción consiguiente de nuevo nombre en la serie dinástica, todo lo cual siguió a las ex cequias de Huayna Cápaj, que duraron largo tiempo, hemos de agregar cuando más de un año a los dos y meses que precedieron al de 1532, en el que se realizaron conjuntamente el destronamiento de Huáscar y el desembarco en Túmbez de Pizarro. Así lle- gamos para la muerte de Huayna Cápaj a 1529, o en últi- mo caso a fines de 1528. Bastantes cronistas aseveran que Huayna supo ese desembarco de Pizarro, estando el Inca en Tomebamba, antes de su última ida a Quito. Los te- mores que abrigó sobre las incursiones de los castellanos y el mandato de traer a la corte a tres que se habían que- dado en tierra, precisan el momento de aquellas inquie- tudes de Huayna Cápaj. No es probable que se refirieran, como pretende Garcilaso, a las remotas expediciones de