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JOSE DE LA RIVA-AGÜERO
descifrados no sin discusión por los quipocamayos. Pre-
tenden que por ellas dejaba la corona a su hijo Ninan
Cuyuchi; pero parece ficción embustera del partido anti-
cuzqueño, porque Inti Cusi Huallpa o sea Huáscar,estaba
ya reconocido y publicado como heredero legal, se edu-
caba en tal calidad dentro del Curicancha, y los más de
los cronistas lo confirman. Como quiera que haya sido,
Ninan Cuyuchi pereció también en Tomebamba en la gran
mortandad de la peste, por la que sucumbieron asimismo
muchos de los generales y de los dignatarios de la corte. No
obstante, lo que puede inferirse de un estudio que publicó
el Dr. Pablo Patrón en la Revista de la Sociedad Geográ-
fica, es de creer que dicha pestilencia, mucho mayor que
la que azotó el Tahuantinsuyu en el reinado de Pacha-
cútej, fuera la misma que padecieron los conquistadores
castellanos en las costas de Coaque y Puerto Viejo.
Huayna Cápaj no debe de haber fallecido de avan-
zada edad como sus predecesores, a pesar de 10 que Sar-
miento por rutina escribe (pág. 111). Su muerte fue vio-
lenta, y dejó hijos chicos. Su reinado señala el comienzo
de la decadencia incaica, que con tanta y tan dolorosa
claridad había de patentizarse poco después, con la gue-
rra de Huáscar y Atahuallpa. Se advierten bajo Huayna
Cápaj los primeros síntomas indudables: intrigas de se-
rrallo y de corte; corrupción de las clases directoras; in-
subordinación y flaqueza bélica en la milicia especial de
los Incas u Orejones; campañas difíciles, victorias dudo-
sas e insurrecciones multiplicadas. Para castigar una con-
juración del Cuzco, Huayna Cápaj, después de ordenar
el suplicio de los cabeciIIas, sujetó los cómplices comunes
a extremos trabajos forzados, obligándolos a acarrear pie-
dras desde el Cuzco a Tomebamba. Si el hecho no es
auténtico, por lo menos la leyenda significa 10 despiadado
del castigo y 10 gigantesco de las faenas penales impues-
tas a los súbditos rebeldes. Hemos visto cuál fue la cru-