Libro digital 1 TOMO-5 | Page 362

334 JOSE DE LA RIVA-AGÜERO hay tradiciones de haber llegado a La Imperial y Temuco, lo que se corrobora con el hallazgo de huacos de estilo incaico en pleno territorio de Valdivia. Así comprendemos por qué Montesinos, el Padre Las Casas, y 10 que es más, el Cristóbal de Molina de la Destruición, afirman que el imperio y sus caminos se avecinaron al Estrecho de Ma- gaBanes. Huayna Cápaj regresó por el camino de la Cos- ta, el de Coquimbo, Copiapó y Atacama, como muy ex- plícitamente 10 dice Sarmiento. De allí volvió a Cocha- bamba, a vigilar los trabajos de repoblación y desecamien- to y las colonias collas. Al este de Cochabamba y al norte de Mizque reedificó la gran pucara o ciudadela de Po- cona, construída por Túpaj Yupanqui, principal defensa contra las depredadoras correrías de los chiriguanas. For- maba parte de un sistema continuo de fortificaciones, se- mejante al limen romano en Escocia o en Germania; pues si los chilenos eran como los partos y mesopotanios de este nuevo imperio romano de América, los chiriguanas venían a ser como los merodeadores germanos, que irrum- pían de una región de bosques y ciénagas. Por el lado del Antisuyu en Charcas y las entradas de Mojos y Chun- chos, constituyó el imperio incaico algunos pequeños rei- nos tributarios, iguales a sus curacazgos chilenos y al de Umahuaca en Tujma. Queda de ello testimonio en al- gunas relaciones, como en la del cura de Mataca D. Diego de Alcayaga, que habla del rey orejón Huacani, de otro Condori hermano suyo, y de las fortalezas de Sahuaypata y Huanacopampa, guarnecidas de presidios cuzqueños. Los reyes vasallos de Mojos, que venían a ser jefes de estas marcas o extremaduras del Tahuantinsuyu, daban a sus mujeres principales el título de Coyas, y vi- vían rodeados de eunucos y criadas quechuas (chinas). Estaba Huayna Cápaj recorriendo y reparando los monumentos del Titijaja y ordenando la construcción de un palacio incaico en Tiahuanaco (cuyas ruinas son aún