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en que tanto he insistido. Es la natural repetición de la
vida, la reacción lógica que habían de provocar las des-
mesuradas conquistas de Pachacútej y Túpaj en tan ex-
tensas y quebradas regiones. Es muy verosímil que aquí
se coloque el primer viaje de Huayna a Tomebamba, a-
donde lo atraían los recuerdos de su nacimiento y pri-
meros años. Amplió y adornó las moradas en que vivieron
sus padres; y como estaba reciente el luto de su madre,
la Coya Ojllo, le erigió una estatua de oro en los aposentos
del nuevo palacio. Se llamó éste Mullucancha o MuIluturu,
porque decoraban sus habitaciones, templando la adustez
del estilo incaico, las conchas marinas rojas, semejantes a
los corales, puestas en moda por la mayor relación con
las civilizaciones costeñas. En uno de los barrios de T 0-
mebamba se levantó el Usnu, gran piedra consagrada al
Sol y destinada a la proclamación de las sentencias judicia-
les. Aun se perpetúa su nombre en uno de los barrios de
la moderna ciudad de Cuenca.
De Tomebamba y la región de Quito, hubo de volver
entonces al Cuzco Huayna Cápaj y emprender los otros
viajes al Cuntisuyu y al Collasuyu. Fue gran peregrinante,
muy solícito en su obligación de recorrer todos los domi-
nios. Los indios contaban de él que no dejó porción al-
guna del Tahuantinsuyu por visitar y atender. Acudía en
todas al reparo y apertura de los caminos, y a la esmerada
distribución de las aguas. En Chuquiabo (La Paz actual)
dispuso 10 conveniente para el laboreo del oro y la cría
de los ganados. En Cochabamba, que desaguó e irrigó,
dejó establecidos mitimaes coIlas, porque esta raza mul-
tiplicaba mucho, y se mostraba entonces dócil y fiel, es-
carmentada con los castigos de Pachacútej y Túpaj Yu-
panqui. Por los tardíos mitimaes eolIas se explica el ay-
marismo en algunos distritos de Cochabamba. Hizo Huay-
na Cápaj reparar luego las fortalezas de su padre contra
los chiriguanas; y por el reino de Tujma y Umahuaca,