Libro digital 1 TOMO-5 | Page 356

328 JOSE DE LA RIVA-AGÜERO tan abonados por los restantes cronistas. Y por más que sea cuestión de importancia muy secundaria, sirve para enseñamos a desconfiar de las antojadizas y dogmáticas afirmaciones de cierta escuela que se reputa modernísima reformadora de la protohistoria peruana. Ninguna mues- tra de gran talento militar ni político podía haber dado Inti Cusi Huallpa, pues todas las tradiciones convienen en reconocer que ascendió al trono muy mozo, casi ado- lescente, menor de veinte años y necesitado aún de cura- tela. El quipocamayo Catari, aunque alegado por Anello Oliva, que es autor de escaso crédito para la edad incaica, declara que no tenía más de diez y seis años; y así hubo de ser, ya que Juan Santa Cruz Pachacuti lo llama mucba- cbo de paca' edad, y explica que le era menester un go- bernador y coadjutor. Las Casas repite que era bien man- cebo, y Huaman Poma de Ayala que era infante muy menor. Así lo acredita su nombre de entronización Huay- na (mozo) y la actitud que observó a los comienzos de su reinado, que es la incierta y retirada que corresponde a un pupilo inexperto. El pretenso nombramiento del bastardo Cápaj Huari por Túpaj Yupanqui moribundo se redujo a una intriga de serrallo. La fraguaron dos concubinas del anciano mo- narca, Chuqui Ojl1o, madre del pretendiente, y Curi OjIlo, que tenía con ella deudo próximo. Se tramaba esto en el palacio de Chincheros, situado entre Anta y el valle de Urubamba, y que fue la residencia en que falleció el gran Túpaj. La emperatriz viuda, Mama Ojl1o, que parece ha- ber sido de gran prudencia e influjo, una especie de sul- tana validé, dominó la situación con el auxilio de su cu- ñado el príncipe Huaman Achachi. Ocultaron en Quispi- canchis a Inti Cusi, para salvarle la vida de la conjuración; y debelaron ésta en el Cuzco matando a las dos concu- binas, a quienes acusaron de haber envenenado al Inca viejo, y desterrando o ejecutando al pretendiente, que no