EL IMPERIO INCAICO
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XII
El INCA HUAYNA CAPA)
Huayna Cápaj se llamó de príncipe Titu Cusi Huall-
pa. Era hijo de Túpaj Yupanqui y de su esposa y her-
mana la Coya Mama OjIlo. Así lo aseguran Sarmiento,
Cobo, Garcilaso, Cabello Balboa, el Padre Morúa y las
Informaciones de Vaca de Castro No era el mayor, sino
el menor de los legítimos, conforme lo recuerda el Padre
Las Casas y los confirma el descubierto recientemente
Huaman Poma de Ayala. Para el sistema incaico, la le-
gitimidad de la herencia no dependía de la primogenitura
sino de la previa elección por el antecesor y de la pureza
del origen solar, prefiriéndose por eso a los nacidos en las
Coyas, que durante los últimos reinados eran hermanas
de sus maridos. Tales requisitos se reunieron en Huayna
Cápaj, según las más fundadas noticias y conjeturas. El
Oidor Santillán (Relación, párrafo 18) nos certifica q~e
recibió la borla de heredero por designación de su padre
Túpaj Yupanqui, mucho antes de morir éste. El paradó-
jico incanista Ricardo Latcham, sin acatar el peso de las
citadas autoridades, declara porque sí que Huayna Cápaj
no era hijo de Coya, ni su madre pertenecía a la raza de
los Incas Yupanquis, ni fue instituído por Túpaj, sino por
los Orejones, contrariando la voluntad póstuma del mo-
narca y atendiendo a que "el joven príncipe se había mos-
trado General afortunado y hábil en el reinado anterior"
([os 1ncas, sus orígenes y sus ayllos, pág. 318). Montón
de afirmaciones gratuitas. Las palabras de Las Casas, que
ni siquiera cuida de alegar, se limitan a decir que Túpaj
Yupanqui 10 prefirió a los otros legítimos mayores, "por~
que mostraba más señales de virtud y cordura"; pero esa
suposición del buen Fray Bartolomé no permite negar ni
e~ nacimiento legítimo, ni la designación paterna, puntos