Libro digital 1 TOMO-5 | Page 353

EL IMPERIO INCAICO 325 En sus campañas, Túpaj Yupanqui se hacía preceder, como los soberanos aztecas, por mercaderes que le ser- vían de espías. Esta clase de vendedores ambulantes ad- quirió alguna importancia en el Perú, aunque menor que en Méjico. Negociaban con oro, plata, nedrerías, telas finas y plumerías de lujo, permutándolas con artículos de los bárbaros y salvajes. Correspondiendo a la prosperidad general, el período de Túpaj Yupanqui se distinguió por construcciones suntuosas. Acabó la del Coricancha, en cu- yos jardines artificiales incustró las esmeraldas y perlas traida del Norte, junto con las turquesas andinas; y pro- digó .las chaperías de metales preciosos. Adelantó mucho la gran ciudadela de 5ajsayhuaman, comenzada por su padre y su hermano. Levantó además en el Cuzco el pa- lacio de Pucamarca; en Chaca y Pucara del Collao, edi- ficios que rivalizaban con los preincaicos, 10 propio que en Hmínuco el Viejo; y en el Norte, los de Tomebamba, Latacunga y Quito, y los templos anexos. El palacio de su predilección fue el de Chincheros, en las cercanías del Cuzco, hacia el Noroeste. Allí murió muy viejo, aseguran que de más de ochenta años. Su cuerpo, enterrado en Muyna con gran tesoro, fue profanado y quemado por Cha1cochima y Quizquiz, Generales de AtahualIpa, quie- nes, como si hubieran querido vengarse del conquistador de Quito, diezmaron con ensañamiento el ayIlo de !:;us vástagos y le arrebataron las joyas y tierras señaladas para su culto. Garcilaso se equivocó al imaginarse que entre las momias descubiertas por Ondegardo estaba la del pro- pio bisabuelo del mestizo cronista. Ondegardo descubrió sólo las cenizas, recogidas en un cántaro, junto al cual estaba su doble o sea la estatua de buauc{ui, que se lla- maba cuxichuri, Todo se halló en Calixpuquiu. Atribuí- anse a Túpaj Yupanqui máximas en honor del dios Huira- cocha y de la superioridad de éste sobre el Sol; y acerca de los hijos de los plebeyos, a quienes denegaba la instruc-