Libro digital 1 TOMO-5 | Page 350

322 JosÉ DE LA RIVA-ACÜERO quilizado el Inca emprendió una larga navegación de cer- ca de 200 leguas por el Pacífico, en verdad atrevidísima y asombrosa para la inexperiencia y los escasos recursos de los conquistadores serranos. Durante sus jornadas por los litorales de Manabí y del Guayas, los mercaderes de la Puná le dieron noticias de unas islas remotas, y se re- volvió a visitarlas. Eran las del archipiélago de Galápagos. Hay críticos que sostienen que fueron las mucho más próximas de Lobos, en la costa de Lambayeque¡ pero el nombre de Nina (fuego) que Túpaj Yupanqui aplicó a una de ellas, los puntos de partida y de retorno que Sar- miento señala (Manta y la Puná), y los largos meses que cuentan haber durado la navegación, convencen de que se trata de Galápagos. Conocida es la naturaleza voIcáni- nica de este archipiélago, y Nina pudo ser, en razón de sus cráteres, la isla de San Salvador, La Fernandina, o la de Santiago, ateniéndose a las denominaciones recientes. La otra isla que descubrió allí Túpaj Yupanqui, la de A- fuera (ahua), puede corresponder perfectamente a la Isa- bela, por su situación exterior. A ambas las apellidó Chumpi, que según la pronunciación suave o fuerte en el quechua significa, en el primer caso, ceñidor, faja, cín- gulo, muy aplicable a una isla por metáfora, yen el se- gundo caso, color pardo o castaño, por el aspecto de sus rocas. El Inca llevó no menos de 20,000 hombres en gran número de balsas, sin duda de las de doble mástil y vela cuadrangular que usaban los naturales de aquellas costas, y en las que comerciaban con Panamá y Centro América. De vuelta de su excursión, envió los trofeos de esta jor- nada al Cuzco. Refiere Sarmiento que se conservaban has- ta la Conquista en la gran fortaleza de Sajsayhuaman, y que todavía en 1572 era guardián de ellos el viejísimo orejón Urco Huaranca. Algunos de dichos trofeos, como la quijada de apariencia caballar, debían de provenir de las mismas Galápagos y en realidad corresponder a los