Libro digital 1 TOMO-5 | Page 346

~18 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO saba que Amaru Yupanqui abdicó voluntariamente, en lo que puede haber buena parte de verdad, porque así se (xplica que lo dejaran vivo, y con honores y grandes pri- vilegios. Decían además los cantares y los quipus que todo ocurrió en vida y por iniciativa del viejo Pachacútej, lo cual, aunque muy posible, no tiene la misma certeza. En las panacas reales, a lo menos según las palabras de Santa Cruz Salcamayhua, los descendientes de este Amaru se nu- meraban junto con los de su hermano y substituto Túpaj Yupanqui; y así fueron, según SaIcamayhua, del CáPaj ayllo, en vez de haber integrado la 1nca panaca del padre Pachacútej, 10 cual de fijo habría ocurrídoen virtud de regla constante, si no hubiera reinado por sí. Parece esto indicio fuerte de haber sobrevenido el fallecimiento de Pachacútej y la consiguiente constitución de su pana ca antes del destronamiento de Amaru. Conjetura no desde- ñable de hallarnos en esta ingerencia de Pachacútej revi- vido con una nueva mentira de la historia oficial, enca- minada a cohonestenar la revolución posterior mediante el amparo ficticio del gran soberano octogenario. XI EL INCA TUPA) YUPANQUI En la lección anterior expuse los argumentos para defender el reinado de Amaru Yupanqui, corregente cuan- do menos en los últimos años de Pachacútej, y muy probable sucesor suyo por algún tiempo en el supremo incazgo. Los textos que prueban la existencia de este mo- narca Yupanqui, distinto de los otros homónimos anterio- res y predecesores de Túpaj, se hallan en Pedro Pizarro, D. Hernando de Santillán, el Padre Acosta y en la lista preliminar de la Capacuna de Betanzos, fuera de Garci- laso. De otro lado, Polo de Ondegardo enumera su mo-