Libro digital 1 TOMO-5 | Page 344

316 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO Morales del Solar, cuando éstos no han hecho sino repro- ducirla. No es admisible hoy repetir, contra el sistema de los dos Yupanquis, la cansada cantinela de ser una equivoca- ción de Yarcilaso. No es Garcilaso el único ni el primero, entre los cronistas incaicos que la ha formulado. El tan primordial Betanzos, en la Capacuna o lista imperial que precede a su crónica, coloca después de Pachacútej, co- mo décimo y undécimo de los emperadores del Perú, a Yamqui Yupanqui y Túpaj Inca Yupanqui¡ y es de ad- vertir que no dice del segundo que haya sido hijo del anterior, como lo afirma de los otros. El Padre Acosta, que aprovechó tan buenas fuentes, pone de igual modo en su capítulo XXI dos Túpaj Inca Yupanqui sucesivos. La misma duplicación contigua de Yupanquis se halla en Pe- dro Pizarro y en D. Hemando de Santillán. Por fin, al describir Ondegardo las momias de soberanos incaicos que descubrió, designa entre ellas la de un Amaru Yu- panqui. Este es el Yupanqui de Garcilaso, hermano y no padre de Túpaj Yupanqui. Antes que yo, lo había ya in- dicado el Dr. Pablo Patrón. Efectivamente, en casi todos los analistas incaicos se menciona a Amaru como heredero legítimo de Pachacútej, asociado a él en el gobierno. Ejer- ció el incazgo durante las largas ausencias de su padre y no es improbable que por tiempo breve, después de haber fallecido el mismo Pachacútej. Las Casas llega hasta· señalar la duración de su corregencia: cinco o seis años, dice (cap. XXV de Las antiguas gentes del Perú). No só- lo hay textos, sino monumentos del Cuzco, que descubren la realidad de ese reinado. En Collcampata, verdadero Ca- pitolio de la metrópoli, se mostraba el palacio de la mujer de Amaru Yupanqüi, con tal nitidez y énfasis como si hu- biera sido la de una Coya, 10 propio que el de su ma- rido, Amarumarcahuasi, en las inmediaciones del Tambo- machay del viejo Pachacútej. En la colina de Carmenca