308 JosÉ DE LA RIVA-ACÜERO
deración de los chancas no abarcaba términos tan vastos para que su mera derrota viniera a producir de golpe la dilatación del período remplazante sobre las muy diversas tribus y señoríos que se escalonaban desde el Cañar hasta el centro de Chile y el Argentina. El único sistema que me parece plausible, para dar raZÓn de tan inmensa amplitud y tan considerable progreso, es el de aumentar las generaciones en que hubiese éste de realizarse. De allí que nos confirmamos en adjudicar al Inca Huiracocha una porción de los hechos que se apiñan en la cabeza de su hijo Pachacútej. Y si a pesar de la multitud y vehemencia de los barruntos que parecen abonamos, se desestiman por la ingénita incertidumbre de la materia, nos defenderemos replicando que en la leyendaria historia de los Incas todo es conjetura; y que, como escribía de análogos tiempos el historiador romano, en tan vagas lejanías ni los hechos ni los autores pueden nimiamente puntualizarse.( Tito Livio Libro I1, cap. XXI).
X EL INCA PACHACUTEJ
Es tema de la presente lección el reinado de Pachacútej. A confundirlo con el de su padre y predecesor Huiracocha, ha contribuído bastante la comunidad de títulos de entrambos.
Los nombres oficiales o de entronización diferían casi siempre de los que llevaron los soberanos como meros príncipes. Así ocurre con Pachacútej, que se llamaba cuando heredero Manco Cápaj Titu, según el Padre Valera, con firmado por Garcilaso, pero el mismo apellido de Pachacútej, con el cual fue conocido y famoso como rey, le era común con su padre Huiracocha, a quien se lo dieron por apelativo a causa de haber renovado la faz del imperio