Libro digital 1 TOMO-5 | Page 335

EL IMPERIO INCAICO 307 en las construcciones cuzqueñas no arguye estrictamente sucesión de épocas diferentes, porque han sido simultá- neas las maneras de construcción. Mas no es posible exa- gerar el alcance de esta doctrina hasta el punto de negar que la mayor frecuencia y predilección por el aparejo pu- lido señale de manera muy probable una época más re- ciente. Hay bastantes otras importantes observaciones ale- gables al respecto. Las paredes cóncavas con puertas tro- pezoides parecen por regla general anteriores a las puertas y alhacenas cuadrangulares, que se observan por ejemplo en los edificios de Collcampata. Compárese sobre el mis- mo punto, fuera ya del Cuzco, las ruinas de Pisaj con Muyna y Tipón, y las de Machupicchu con las de 01lan- taytambo y Tarahuasi. El propio ]ijón reconoce que en el palacio cuzqueño de Hatunrumiyoc hay partes arcaicas recubiertas por otras, que me inclino a atribuir a la segunda dinastía y sus últimos representantes. Igual cosa ocurre con la cerámica incaica, que arranca, según dije, de la tia- huanaquense, de la cual no la separan tan multiplicadas centurias como se ha pretendido, pero que presenta una definida evolución, diversificada por múltiples influencias locales en todo el Imperio. Y como ya he repetido que igual cuadro ofrece la lingüística, todo esto nos lleva de consuno a dilatar en algunas generaciones la expansión incaica y hacerla así normal e inteligible, no insólita y mi- lagrosa. Varios soberanos han debido repartirse la tarea de componer el inmenso Tahuantinsuyu. No es posible concentrarlo todo en el período de Pachacútej. Los ejem- plos propuestos por los de la escuela contraria, como la invasión de los hicsos en el Egipto, la de los persas de Ciro y los macedonios de Alejandro, no son pertinentes en modo alguno, porque tan rápidas conquistas son ex- plicables cuando el pueblo conquistador se substituye a otro, de territorio y hegemonía muy extendidos, yeso es cabalmente lo que no pudo ocurrir en el Perú: la confe-