Libro digital 1 TOMO-5 | Page 326

298 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO quechua, pero muy mezcladas con la aymara. A la misma conclusión nos llevan los datos que sobre sus provincias y las afines traen las célebres Relaciones geográficas de 1ndias. Por ellas se descubre que la marea inmigrante co- lla hubo de torcer rumbo al oeste, desde Canchis y Velille, penetrando en Colla guas y las punas de Cotohuasi y Lu- canas, hasta la de Choclococha. La laguna que hay en ésta era la pacarina o lugar sagrado que adoraban los chan- caso Más quizá por lo que acabamos de apuntar, no ha sido sino la imagen recordatoria y el símbolo de un mayor lago sagrado, o sea el Titijaja, como ocurría al sur del Cuzco con los cahuinas. Más o menos vástagos o parientes de los collas, pero siempre adversarios y sojuzgadores de los genuinos que- chuas, que eran de antiguo los ocupantes del Pachachaca y del Pampas, avanzaban los chancas, después de haber conquistado Andahuaylas, hacia Abancay y el Apurímac, contra los aliados de los Incas, aprovechando la debilidad que a la nueva dinastía de Hanan Cuzcos le acarreaban las dificultades y pugnas internas de la confederación. Por el norte, los dominios de los chancas englobaban las sie- rras de Huaytará, fronterizas de los chinchas marítimos, y las de Chocorbos, cuyo señor era el curaca Astu Cá- paj, de indudable filiación chanca y vecino de los yauyos (Véase la Relación del origen de los Incas, publicada por ]. T. Medina, La 1mprenta en Lima). ¿Habían reconocido antes los chancas la superioridad de los demás y la dominación de los Incas, según lo dice Garcilaso? Es muy probable, a juzg~r por lo que Juan San- ta Cruz Pachacuti, Huaman Poma de Ayala y el mismo Cie- za cuenta de las expediciones e influjos de los anteriores soberanos Incas por el lado oeste. Sea como fuere, nulas u olvidadas estas excursiones incaicas, o abolido por re- belión el leve protectorado que establecieron, los chanca s, traspuesto el Apurímac, se aliaron con los orejones maras,