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JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO
que coincide con Cobo; y después la dilatación por Vilcas,
Sulla y Hatunsulla hasta el mar. Añade que por medio
de su hijo Yáhuar Huájaj ganó Antisuyo y Paucartambo,
de acuerdo aquí con Huaman Poma de Ayala, y que a-
vanzó algo pqr el Collao y las Charcas. Anello Oliva, que
según dijimos lo llama Quispi Yupanqui, y lo vitupera
por libertino y descuidado, recuerda que en su época se
rebelaron las regiones del norte, las cuales en su tan es-
tragada versión amplía hasta Quito, y que asaltaron el
Cuzco, junto al que fueron al cabo derrotados los inva-
sores. Me parece que hay aquí una ostensible contamina-
ción con la posterior guerra de los chancas bajo el Inca
Huiracocha.
El séptimo soberano incaico, segundo de la dinastía
de Hanan Cuzco, debió de recibir el infausto renombre
de Y áhuar Huájaj como consecuencia de las desdichas de
su período. Otro fue su propio nombre, y tuvo además
diversos apelativos honoríficos y rituales. Las Informacio-
nes de Vaca de Castro y Montesinos lo llaman Mayta
Yupanqui. Cieza lo identifica con Cápaj Yupanqui. El Pa-
lentino le dice Yupanqui a secas; y Sarmiento de Gamboa
lo intitula Titu Cusi Huallpa Yupanqui. Casi todos los
cronistas refieren la leyenda de su cautiverio cuando ni-
ño entre los ayarmacas, al sur del Cuzco, y su liberación
por los de Anta y Jaquijahuana. Son éstos ecos de nue-
vas guerras intestinas entre los orejones, probablemente
<:'Etimulados por el cambio de dinastía. Después, durante
8U reinado, las Informaciones de Vaca de Castro lo reco-
nocen belicoso y emprendedor, y confiesan que ensanchó
<:] imperio por el océano hasta el Cuntisuyu, y por el Co-
lIasuyu de una parte hasta el Desaguadero y de la otra
hasta Huancane. Con diferencia de un reinado, la direc-
ción de las conquistas es la que para esta época señaló
más o menos Garcilaso. Juan Santa Cruz Pachacuti lo
cree despilfarrado, benigno y liberal en demasía; y cuenta