EL IMPERIO INCAICO
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victoria con muchos sacrificios, ofrecidos a su padre el
Sol en el templo de Coricancha (1-1istoria del 'Nuevo )l1un-
do, Libro XII, cap, VII). Pero en este mismo pasaje se
patentizan, o cuando menos se rastrean las lejanas alian-
zas y expediciones de Mayta Cápac, pues Cobo cuenta
que se casó con una hija de los caciques de los collaguas,
y que "los indios de aquella provincia le hicieron un pa-
lacio todo de cobre para cuando fuera a visitar a los deu-
dos de la reina". La interpretación más racional de este
paso es que ejercía señorío en la tierra originaria de la
Coya, pues parece extraño que de otro modo le constru-
yeran un palacio para visitas problemáticas en comarca
ajena e independiente. Confirma la conjetura lo que se
lee en seguida. Continúa Cobo: "'}ue 'mayor señor de sus
predecesores I su nombre ponía espanto a toda la tierra I y
de muchas provincias los señores le enviaron a sus hijos
para que le sirviesen en la corte del Cuzco, preciándose
cada cual de tener un hijo en servicio del Inca. El mismo
hubo muchos hijos legítimos, que eran los gobernadores
de las parcialidades y lugares sujetos". Todo lo cual con-
viene perfectamente con la versión de Juan Santa Cruz
Pachacuti, el cual le atribuye haber traído en rehenes, pa-
ra ponerlos en los cimientos del gran templo (como lo
hacían en el Oriente clásico) los ídolos de 'Vilcanota,
Puquina y Coropuna, pruebas fehacientes de remotas con-
quistas en el Cuntisuyo, Repárese en que el cronista tes-
tigo es el heredero de las memorias de collas y colla guas.
Cierto que a las huacas de dicha región agrega otras muy
apartadas hacia el norte, como las de Aija, Chinchaycocha
y aun los Cañaris, a donde de cierto no pudo llegar. Pero
retengamos en cualquier caso los ecos de una gran ex-
pansión por el sur y el suroeste. Cieza bien leído los co-
rrobora, al confesar que poco antes de morir preparaba
Mayta Cápac la conquista de todo el Cuntisuyo. No hay
por qué rechazar en consecuencia de plano y en redondo