280
JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
inclinado y para pOCO"; pero reconoce que por medio de
sus hijos, corno el Inca Cusi Huananchiri y el Inca Mayta
Cápac, que le sirvieron de capitanes, conquistó a los in-
dios acos, maras y pinahuas, todo en relativa cercanía del
Cuzco. Cabello Balboa le atribuye la sumisión del curaca
de Huaro, que está a seis leguas del Cuzco, de los ayar-
cachis (entre los cuales se comprendían los del ayIlo Ha-
nan de Chahuin Cuzco), los quiliscachis, tampus y yu-
cayes. Vemos como se va extendiendo el radio, dentro
de lo que fue poco después la gran confederación inca-
quechua. Los propios ensanches le atribuye Sarmiento.
Coba (Libro XII, cap. VI) escribe que Lloque Yupanqui
((cuando entró a gobernar, puso en plática que había de
ser señor de todos los pueblos en contorno del Cuzco, y
señaló hombres principales para que en esto le ayudasen
como capitanes y oficiales de los ejércitos y que se le a-
pareció el Sol en figura del Inca Manco Cápac su abue-
lo, para alentarlo en sus empresas, y que pusiera por obra
lo comenzado". Que en efecto sujetó a los del valle de
Huaro y sus poderosos señores, a los ayarmancas de Tam-
bocunca y a los quilliscachis, y en fin, lo que es muy de
notar, ((vinieron a visitarle de muchas provincias y nacio-
nes, nunca vistas en tiempo de su padre y abuelo';. Esta
afirmación hace menos improbable la afirmación de Gar-
cilaso, que extiende las expediciones de Lloque Yupanqui
por el sur en Canas y el Callao. Bien mirado, lo de los ca-
nas y canchis es probabilísimo, no ya únicamente por lo que
aseveran las Informaciones de Vaca de Castro sobre las
contiendas e influencias del antecesor Sinchi Roja, sino
por lo que atestiguan Cieza y Ondegardo de la inmemo-
rial confederación de los incas con canas y can chis, que
fueron los mayores y más fieles auxiliares en los sucesi-
vos tiempos del Inca Huiracocha. Los canas, como se lee
en el mismo Cieza, no se ceñían a la provincia que hoy
lleva su nombre, sino que se extendían al otro lado del