Libro digital 1 TOMO-5 | Page 306

278 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO mismo nombre que el indicado como su abuelo y funda- dor, queda confirmada la filiación del propio Latcham re- lativa a que en estos principios de la dinastía de Hurin Cuzco, elegían al monarca las matronas del ayllo. No hay fundamentos sólidos para dicha tesis. Ni las actividades emigratorias y bélicas de las esposas de Manco Cápac, ni 10 que cuenta Cieza de haber intervenido una mujer de Hanan Cuzco en aconsejar la proclamación del Inca Hui- racocha (Señorío, cap. XXXVIII), ni menos las estragadí- simas fábulas de Montesinos sobre Mama Cihuaco, la consejera de su hijo Inca Roja, autorizan por sí a tras- tornar el claro sentido de las tradiciones y de los precisos testimonios, y a convertir en formal derecho de elección, lo que ahí no pasa de influencia o ascendiente indirecto, como se halla en todos los tiempos y especialmente en las monarquías poligámicas y despóticas. Consta en cambio la proclamación por el consejo o milicia de los orejones. Excederse de 10 que dicen o permiten suponer las fuen- tes históricas es afirmar lo que no se sabe, y es en con- secuencia una ficción o imaginación caprichosa. Todo esto proviene en Latcham de persistir en la creencia inflexible del necesario matriarcado, siguiendo a Mac Lenan y Bac- chofen. La etnología prueba hoy que no es fatal en to- dos los pueblos la fase del matriarcado; así como los arios y semitas, no la presentan, por muy lejos que en su in- dagación se remonte, así en América nuestros incas mues- tran desde sus comienzos el patriarcalismo, al revés de otras naciones del Perú, según en anteriores lecciones 10 expu