EL IMPERIO INCAICO 269
culturas anteriores y que preceden a la conquista española, el Perú incaico recupera la primacía en el tiempo respecto a la última hegemonía del Anáhuac o sea Méjico Tenochtitlan. El Perú de los Incas lo supera en años, por lo menos en dos siglos, y en organización centralizada y unificadora. Así lo reconocieron los historiadores castellanos, como el Padre Acosta y el Padre Córdoba, que a la letra declaran las ventajas ' del Anáhuac en grandezas palaciegas y cortesanas y las del Perú de los Incas en duración de su monarquía, amplitud y buen régimen de provincias conquistadas, yen sistema político y concentración de gobierno. Desde entonces los dos países mostraban, por encima de sus semejanzas, hondas divergencias características y esenciales. Al paso que en Méjico era electivo el poder, ya el Perú de la primera dinastía incaica propendió a la sucesión directa, aunque siempre, y sobre todo en los primeros tiempos, estaba contrarrestada por la designación que hacía el soberano del hijo más capaz o más acepto y por confirmación del consejo de los orejones. En el Perú no se advierte la separación que en Méjico existía entre el jefe de guerra( tlacatecuhtli) y el civil o magistrado( cihuacohuatl). Por eso creo inaceptable y extravagante la observación de Latcham sobre Inca Roja, el primer monarca Hanan Cuzco, en quien se imagina distinguir el tránsito de la supremacía militar a la civil y el establecimiento de un régimen hereditario([ os 1ncas y sus orígenes, pág. 294). La unión indiferenciada de los mandos civil y bélico en manos del Inca o Sapallan Inca, y la tendencia a que el incazgo se perpetuara en uno de los hijos o hermanos del antecesor, se advierten ya en los soberanos Hurin Cuzcos, si hemos de atender a los precisos e incontrovertibles testimonios de los cronistas, fuera de los cuales no queda sino la mayor arbitrariedad conjetural, que imposibilitaría toda sólida y valedera indagación histórica. Esta concentración del poder supremo en el Perú incaico ex-