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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
plica el mayor ámbito y continuidad de las conquistas y
la asimilación casi total de las regiones anexadas. Nunca,
ni en sus más tenues comienzos, fue la dominación incai-
ca una especie de república federativa, una aglomeración
libre de muchos ayllos o comunidades agrupadas espontá-
neamente, como por inexplicable y mostruosa ofuscación
ha llegado a insinuarlo uno de nuestros distinguidos perua-
nistas contemporáneos. Hubo siempre, desde los más re-
motos orígenes, coacción, jerarquía, subordinación forzosa
y clarísima propensión a la autocracia. Incomprensible e i-
nútil será la historia incaica para quien no atine a descu-
brir tan saltante s y evidentes notas de ella. Hay que ver
los hechos y respetar los documentos.
Una de las autoridades más alegadas en tono de con-
futación triunfal de la antigüedad de las conquistas incai-
cas, es la del Licenciado Polo de Ondegardo, especialmente
su opúsculo sobre los fueros de los indios, fechado en
1571. Leamos el pasaje pertinente para darnos cuenta de
su alcance y sentido. Dice así: "No hay memoria bas-
tante cuándo señoriaron por este mismo camino hasta la
laguna de Vilcanota, que es adonde empieza el Collao, y
salen de aquella lagunilla dos poderosos ríos, que uno
vierte a la mano del norte y otro a la del sur. " Mucho
tiempo pasó que los Ingas no conquistaron más de hasta
allí; digo mucho en el tiempo de este Inga que venció los
changas, e luego el sucesor empezó a conquistar por esta
parte, e aun nunca estuvieron pacíficas aquellas provin-
cias hasta el tiempo de Topa Inga Yupanqui. Aunque en
el registro de los Ingas muy por extenso hallamos memo-
ria, también cada provincia tiene registros de la victoria,
guerras e castigos de su tierra. Si importara algo pudiéra-
mos muy bien colegir el tiempo que había que cada una
estaba pacífica debajo de la sujeción del Inga. Pero esto
no importa para lo que se pretende, pues basta tener ave-
riguado que estos Ingas señorearon por violencia e guerra,