Libro digital 1 TOMO-5 | Page 289

EL IMPERIO INCAICO 261 de manera vaga y figurada al primer período incaico de la confederación inca y quechua, el de los curacas vasallos autónomos, en el mismo sentido con que pueden califi- carse de feudales la organización de las primeras dinastías chinas y egipcias, la federación aquella de los tiempos ho- méricos, o las alianzas estables de los cacique mejicanos y de los muiscas de Cundinamarca. Otra rectificación que debo hacer a mis antiguas hi- pótesis es la tocante a mis dudas, expresadas en 1906, so- bre la efectiva personalidad de Manco Cápac y Sinchi Roca. Para resolver dificultades cronológicas y ampliar los rei- nados de los Incas, que vienen demasiado largos en rela- ción con la antigüedad que se les asigna, me inclinaba yo, en mis ensayos juveniles, a desdoblar o multiplicar a los dos primeros jefes incas, y suponer varios sucesivos en- globados en ellos por la leyenda. Pero la fijeza y concor- dancia de los ~yllos imperiales o panacas, de las estatuas y de las momias correspondientes, y el testimonio de las pinturas y de los tapices, vistos por algunos cronistas, me hacen ser ahora más cauto en esta hipótesis, y retirarla por falta de indicios. No faltan razones para creer que algunos monarcas han sido suprimidos de la línea oficial o capa cuna, como son los casos de Tarco Huaman, Urco y Amaru Yupanqui. Mas esto ocurre en edad posterior, y para Incas que han gobernado muy breve período, y pro- bablemente en calidad de asociados al trono por sus pa- dres reinantes. Como ya lo apunté en lecciones pasadas, la figura de Manco, tal como aparece en Sarmiento de Gamboa y otros atendibles cronistas, no presta asidero para el escepticismo radical, ni menos para la negación ca- tegórica, que· fué el sistema de González de la Rosa. Ya he explicado que ni el nombre, ni el cUlto, ni los hechos de Manco son de un epónimo. Y 10 mismo ha de decirse aún con mayor fuerza de su heredero Sinchi Roja. Tienen ambos la misma consistencia histórica que Tenuchtzin y