Libro digital 1 TOMO-5 | Page 287

EL IMPERIO INCAICO 259 de 400 años que los sujetó". (XVIII). En todo caso, lo que dice en la siguiente página muestra el muy pOCO o nulo interés que ponía en esclarecer este punto el Licenciado. A él le importaban mucho más las instituciones incaicas que no la cronología de los hechos políticos. Cuanto a las aserciones categóricas de Sarmiento, hay que atender Q que el Virrey Toledo y sus funcionarios, al levantar las in- formaciones que dicho cronista compendia, tenían el pro- pósito muy preconcebido de justificar a toda costa la do- minación española, no sólo con los innegables beneficios que aportó, sino procurando alegar la tiranía y la muy reciente usurpación de los Incas. Este interesadopropó- sito quita mucha autoridad a los resúmenes de Sarmiento, porque indujo a solicitar e inclinar en determinado sentido los dichos de los declarantes indios cuya inexactitud en este punto fundamental se ve muy de manifiesto. Hay así informaciones en que dicen los indios nobles y ancianos que Túpaj Yupanqui fue el primer conquistador, pero que en muchas partes no hizo sino recuperar las provincias sublevadas, ya anexadas al territorio incaico por su padre Pacbacútej. Se ve cómo procuraban encajar en los últimos reinados lo que sabían o vehementemente sospechaban pro- venir de los anteriores. Menudean en las Informaciones men- cionadas contradicciones semejantes, que debemos supo- ner voluntarias y deliberadas las más, aun cuando es na- tural en pueblos bárbaros la limitación de los recuerdos históricos a los personales, faltando explícitos documentos. Son versiones incompatibles e incoherentes, como las que extrañaban y desesperaban al propio Cieza, las que fati- gaban en tan grande extremo a Juan de Betanzos, según el pondera en su Proemio, y las que se advierten aún en algunos pasajes de las primigenias Informaciones de Vaca de Castro. Concretándome aquí a las famosas de D. Francisco de Toledo, he de repetir que por mucho que re- conozca y proclame los méritos de la colonización espa-