Libro digital 1 TOMO-5 | Page 277

EL IMPERIO INCAICO 249
ces romanas, mencionadas arcaicamente en el Digesto. Matices de parentela que se han perdido en las simplificaciones modernas, pero que subsistían dentro del evidente régimen patriarcal y agnaticio de helenos e itálicos. En sentido contrario, la generalización de los títulos quechuas o aymaras de mama, taita, tata, aucfui, a todos los ancianos y ancianas del pueblo, no envuelve la instabilidad de los vínculos paternos y la presunción de la promiscuidad. Hartos estamos de oir en España llamar a los aldeanos viejos de ambos sexos abuelos y tíos por todo el vecindario, y sería absurdo atribuír tal costumbre a un vestigio de hetairismo. Los quechuas pueden atestiguar su arraigado concepto de familia patriarcal, además de los textos de los cronistas, con el vocablo pibui, que se aplica tanto al hijo como a la esposa legítima. La colocación del apelativo o título materno junto con el paterno o antes de él, no es prueba concluyente de predominar la uterinidad, como se ve por la práctica de muchas naciones modernas( España, Portugal e Inglaterra) Y es evidente que, dentro de la parentela paterna, no heredan siempre los hombres, porque en determinados casos puede heredar la mujer por preferencia de grado y línea, como ocurría en los antiguos mayorazgos castellanos. Ni el apellido paterno deja de sufrir intermisiones, aún dentro de la familia paterna, com en la Edad Media española, cuando venían a ser sólo nietos y bisnietos los que reproducían el patronímico del ascendiente. A estas observaciones del sentido común, conviene agregar que entre los salvajes y bárbaros el totem es con frecuencia individual, y por eso no se hereda de continuo su nombre; y que el totem del grupo no proporciona siempre la denominación de todos los del clan, sino la del jefe o los principales. Latcham no ha tenido en cuenta nada de esto. Su estudio muy débilmente argumentado, está compuesto con gran desorden e incoherencia. Llega en una ocasión,( pág. 56, Orígenes de los 1ncas