Libro digital 1 TOMO-5 | Page 272

244 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO o guarniciones de fronteras, que hubieron de multiplicarse en las épocas posteriores. Muy claro dice Cieza que eran nobles de primer grado, o sean Incas "los que vivían en la parte del Cuzco y sus descendientes". Garcilaso, a pe- sar de su ingenuidad y errores, artibuye el privilegio del incazgo o dignidad nobiliaria superior a concesión de Man- co Cápac, pero sólo a sus primeros vasallos. Sin reparar en tal limitación y en el sello hereditario y local, hay pe- ruanistas que equiparan los incas de privilegio a los mo- dernos lores ingleses, creados por el Rey de Gran Bretaña en atención a sus méritos y talentos individuales. Tal paralelo es una caricatura, de falsedad clamorosa, perju- dicial en alto grado porque perturba toda recta compren- sión de la sociedad incaica. No menores despropósitos se han acumulado para negar la personalidad de Manco Cápac. A no ser que pro- fesen ciertos críticos una especie de absurdo ateísmo his- tórico, y expliquen los movimientos de las naciones y los combates de las tribus, por impulsos colectivos tan inconscientes que para nada requieran la existencia de je- fes o conductores, habrá que reconocer que la emigración de Pacaritambo al Cuzco y los conflictos de los ayIlos debieron de producirse bajo el mando e iniciativa de los respectivos curacas. Al que predominó, la historia incaica 10 conoce bajo el nombre de Manco Cápac; y no es ra- cional objetarle o regatearle denominación tan añeja y con- firmada. González de la Rosa se obstinó en tenerlo por un ser mítico y epónimo, cuando las pormenorizadas cir- cunstancias de su itinerario tal como aparece en las Infor- maciones de Toledo, el carácter totémico y propio de su primer nombre, que no tiene ninguna de las condiciones de los epónimos, y el culto privado especial y gentilicio de su estatua, en todo igual al de sus efectivos sucesores y diferentísimo de las divinidades generales, nos están gri- tando su concreta personalidad. Es de extraña incongruen-