240 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO
llantay, cuyo nombre todavía se perpetuaba, a fines del siglo XVI, dentro del ayllo de Antasáyaj, que era sútij o sea tampu. Por su ostensible importancia y precedencia, dice el Padre Acosta que los incas del Cuzco creían a los tampus el linaje más antiguo. Sus ayllos filiales de Sahuasiray y de Quizco Sinchi o Antosayaj, fueron los primeros incas u orejones que se establecieron en el valle del Cuzco, aliándose con los autóctonos huallas, los cuales vivían en las alturas del este, desde el Sajsayhuaman hasta San BIas y el Arco de la Plata. Es muy descaminada arbitrariedad la de hacerlos venir del oriente y al propio tiempo reputarlos aymaras, cuando está probada su procedencia de Pacaritambo y constituyen la entraña del quechuísmo. Sahuasiray se deriva paladinamente de sayhua, poste o lindero, y de sira, que unas veces significa escorpión y otras echarse a dormir, tenderse o recostarse. En efecto, fueron los primeros radicados en el Coricancha y la junta de los dos ríos Huatanay y Tulumayo.
La tercera onda inmigratoria salida de Pacaritambo, está formada por los ayllos simbolizados en los cuatro Ayares y sus esposas, los cuales dicen haber invertido ocho años en el viaje, deteniéndose a poblar y sembrar en las estaciones intermedias. Uno de los ayllos, el de Ayar Cachi, regresó, según la fábula, a Pacaritambo i pero alguna porción de él debió de continuar con los restantes o fue después traída por Manco, pues figuraba entre los bandos del Cuzco el de Chahuin, del mismo linaje de Ayar Cachi. Dije en mi lección anterior que Huanacauri fue el sitio en que se apartaron los de Ayar Uchu para adelantarse por sí solos al Cuzco, dejando a la zaga a los ayllos de Manco y Auca. De aUí que recibiera aquel lugar los nombres de Alpitay y Quirimanta, alusivos respectivamente al dolor de la separación, y a la herida o corte sangriento que suponía segregarse del conjunto de los inmigrantes, no sin cruentos combates, cuya memoria conser-