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JosÉ
DE LA RtvA-AGÜERO
Según mi hipótesis, los eolIas dilataron sus incursiones en
ellos por algunos centenares de años después de la caída
de Tiahuanaco. Lo que niego es que al norte de Tinta y
de Pacaritambo esos elementos aymaras tuvieran la en-
tidad e importancia que se pretende. Si lo más hubiera
sido aymara, no se explican las emigraciones tan contí:..
nuas y reñidas, ni el predominio de la lengua quechua, ni
el contraste encarnizado entre dos tipos de cultura. Su-
poner con Von Buchwald, Middendorf, Uhle y Latcham,
seguidos dócilmente por los nuestros, que el Cuzco incaico
fue en sus orígenes una colonia colla, es infinitamente
mucho más infundado que 10 era, en arquelogía latina, el
envejecido prurito de convertir Roma en mera coloniá e-
trusca. Si los laris fueron aymaras, no alcanzaron mayor
influjo, por ser poco numerosos y muy atrasados. Los
huaHas, sus compañeros, no ofrecen ningún seguro rasgo
de aymarismo. Pregonarlos por aymaras, me parece ya
una arbitrariedad exorbitante, de aquéllas en que tan a
menudo incurre esa escuela. Ir aún más allá, y achacarles
origen uro y hermandad con los salvajes de la selva ama.:.
zónica, como alguno lo hace, es, frente a los datos que
poseemos, un antojadizo y falso testiminio, que frisa en
la extravagancia.
Por la tradición verídica y concluyente que trae Sar-
miento, se ve que la primera onda de los emigrados de
Pacaritambo, la vanguardia de los incas, fueron los maras.
Los temáticos filo-eolIas declaran, con Latcham, que han
de ser aymaras, porque la palabra mara no tiene signifi-
cado en quechua, mientras que en aymara quiere decir
año. Reparamos ante todo que la forma derivada y pose-
siva, dada a estos linajes por la leyenda, exige que los
llamemos aquí máraj (como a sus paralelos, sútej), lo cual
en quechua corresponde al modo adverbial todavía, vea-
mos, mejor, aun más, hacia eso, sugestivo indicador de
dirección, tanteo y mejoría, como rumbo de inmigrantes.