Libro digital 1 TOMO-5 | Page 263

EL IMPERIO INCAICO 235 sin ningún género de duda relacionado también con la 'meseta del Titijaja, cuyo distintivo conocídisimo fue en todos los tiempos. Estos arcaísmos tiahuanaquenses, estos visibles nexos con los mitos del gran lago, venidos de Centro América, e incluí dos en la liturgia y herencia de Huiracocha, nos presentan a los incas desde el principio en su verdadero y e- sencial carácter de restauradores. Ya muchos añejos analis- tas, como Cobo y Montesinos, lo apuntan. Los incas, vásta- gos fieles de un mundo anterior, salvados de una catástrofe o diluvio social, representan una reacción neta, un decidido retomo a la unidad, al culto, arquitectura y supervivencias tiahuanaquenses, después del período de semiolvido, frac- cionamiento, degeneración y barbarie, cuyos antagonistas francos y triunfadores fueron. El mundo incaico significa un renacimiento, algo atenuado, de Tiahuanaco. Libres nosotros por fortuna del progresismo unilateral y superfi- cial . del siglo XIX, podemos apreciar desde luego esta primera nota resaltante en la organización incaica, y com- prender la necesidad y méritos de los que Vico llamada ricorsi, a menudo indispensables y redentores. Después de las épocas mezquinas, confusas y anárquicas, la reacción equivale a mejoramiento, salud y regeneración. He aquí una de las más útiles enseñanzas de la protohistoria pe- ruana. V CUZCO PREINCAICO.- SUS POBLADORES.- FAMILIA AGNATICA O UTERINA EN LOS A YLLOS DE LOS INCAS Hemos tratado ya del origen de los incas, de sus probables nexos con los anteriores culturas peruanas, de su emigración del Titijaja a Pacaritambo y, tras largo in- tervalo, de Pacaritambo al Cuzco. Hoy, con el detenimien-