EL IMPERIO INCAICO
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el número sagrado tahua que sirve para las regiones del
mundo y del imperio, y para los cuatro barrios primiti-
vos del Cuzco, y que se repite desde los signos en forma
de cruz en Tiahuanaco, la isla de Coati y Carabuco. Se
colige por eso que, en la realidad histórica de la emigra-
ción, las tribus o cuadrillas fueran más de cuatro, aun
sin agregar las precursoras de los maras, y de los tampus
o ayIlo de Sútij-tojo. Según las versiones más puntuales,
fueron diez en efecto las parcialidades o bandos que par-
tieron desde Pacaritambo con rumbo al Cuzco, a interva-
los breves. Los nombres íntegros de los Ayares pueden
cabalmente explicarse por el quechua, lo que es otra con-
firmación definitiva del quechuísmo incaico. Ayar debe
de proceder de aya, muerto, y significar en consecuencia
antepasado, progenitor, tutelar padre difunto, lo mismo que
el mallquí adorado en todas las tribus peruanas. De esta
misma raíz mallqui (almáciga, lo trasplantado o emigra-
do) o del malteo también quechua (polluelo, pichón de
ave que comienza a volar), tiene que proceder totémicamen-
te el nombre de Manco, quien según la tradición llevaba
consigo en vasos de oro sagradas semillas vegetales y un
pájaro dedicado al Sol y guardado en una petaca, que se
llamab