Libro digital 1 TOMO-5 | Page 253

EL IMPERIO INCAICO 225 Ayaviri, donde dijimos que fue la resistencia de los huira- cochas de amplios ropajes contra los invasores. Con la repetición de nombres locales tan frecuente en las emigra- ciones de razas, los recién llegados fundaron en el mismo cantón otro Oruro (el menor u Orurillo), duplicación y probable recuerdo del de la provincia Cari, al norte del Aullagas. Estos bárbaros caris (varones o valientes o ,ara-cara, título que se sabe fue el de su región junto a Oruro, y que significa en quechua desnudos, se parecen hasta en esa denominación a los buitzjl (extranjeros sin calzones) destructores de Mayapán y vencedores de los cocomos mayas. Nuestros caris o eolIas se extendieron con su lengua y con sus chulpas por Canas y Canchis, y toro ciendo luego al sudeste de Velille, por el nevado de Co- llahuata, ocuparon la provincia de Caylloma, a la que im- pusieron su propio nombre (Calla guas) , y sometieron y expulsaron a los primitivos habitantes. Desde Caylloma y Cotachuasi, para los pastores aymaras, predilectos ha- bitadores de las punas, el tránsito era fácil a Lucanas y Choclococha, donde los chancas de ellos derivados, colo- caron su pacarina o lugar santo. be allí en época poste- rior, bajaron a arrebatar a la muy antigua nación quecbua (Cieza, Crónica, Primera Parte, cap. 90) las feraces cam- piñas de Andahuaylas, cuando ya comenzaba la segunda dinastía de los Incas, la de los Hanancuzcos. Mientras por el lado Oeste se sentían así presionados los quechuas, aún había· sido mayor el avance de los directos y legítimos eolIas por el Sur y por el Este. La quebrada del Urubam- bafue invadida en épocas anteriores. Hay chulpas espo- rádicas al norte de Urcos, y en la misma Calca. Ureos está a 6 leguas al Sur del