Libro digital 1 TOMO-5 | Page 247

EL IMPERIO INCAICO 219 ellas; a los yanquis, la construcciones de los Moud Gil- ders; o a los españoles cristianos, la Giralda de Sevilla. Al paso que la cerámica geométrica aymara reviste aspecto tan distinto de la ornamentación tiahuanaquense, al paso que la arquitectura y enterramientos de las chulpas se apartan de lo megalítico (según es de ver en Sillustani y en las mismas tumbas reconocidamente collas elevadas junto a las ruinas de Tiahuanaco), y que, conformes con el itinerario de los invasores caris, esas chulpas o torres sepulcrales se presentan en los Andes chileno-argentinos (puerto de San Francisco, al sur de la puna de Atacama), (XVII) y se detienen al este del Altiplano, respetando aproximadamente hacia Cochabamba la separación de las lenguas, y reproduciendo en piedra el tipo de la cabaña cónica de barro, general hoy mismo en Oruro y en el Au- llagas; para confirmación de todos estos reveladores datos e impugnación del aymarismo, vemos que los incas, cuya raza y lengua quechuas hemos de probar adelante, deri- van todo, mitos y tradiciones, arquitectura y alfarería, de la cultura de Tiahuanaco. Es sorprendente cómo, aún el aríbalo, que es lo más característico de la alfarería incaica, cuenta con claros precedentes en Tiahuanaco. Un ejem- plar, guardado en el Cuzco, luce por encima de los ador- nos geométricos, (influencia indiscutible colla-chulpa), el estilo figurativo tiahuanaquense, entonces olvidado en el Collao y conservado en tierras quechuas. IV CHIMÚS y CHANCAS - ORIGEN DE LOS INCAS Habíamos quedado en la ruina del imperio de Tiahua- naco, causada a mi parecer por aymaras, hermanos y ri-