Libro digital 1 TOMO-5 | Page 246

218 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO Latcham (Elementos indígenas de la raza chilena, en la Revista Chilena de 'Historia y yeografía, Santiago de Chile, 1912) (XVI). En todo caso, pudo ser la postrera inva- sión, la última onda de los caris, la retaguardia retrasada en varias generaciones o siglos; pero no la intrusión ma- yor y más catastrófica, la que destruyó Tiahuanaco y ex- terminó a los huiracochas isleños, referidas por Cieza, pues el apellido Cari ha de ser designación quechua o ay- mara, harto mejor que atacameña, por el significado osten- sible. La más verosímil es que en el momento de la ruina de Tiahuanaco, período de gran confusión y transmigra- ciones de pueblos, el aridecido lugar que desocuparon los aymaras, 10 tomaron estos atacameños venidos del S. E., al propio tiempo que los araucanos bajaban de allí y de Co- piapó al centro de Chile. De todos modos, los actuales habitantes del Callao, que hablan la lengua aymara, resul- tan hasta para Uhle, en buena parte siquiera, progenie de una invasión bárbara, de la que destruyó el imperio de Tiahuanaco. La repentina desaparición de éste ante la acometida de invasores feroces, se corrobora por el pas- mo que acreditan las escasas tradiciones aymaras, confe- sión clamorosa de la ignorancia de los inmigrantes acerca de los orígenes y construcción de aquellas gigantescas mo- les, 10 sorpresivo del descubrimiento de estos palacios y portadas por los caris, y la interrupción de las tareas edi- ficadoras. No es razonable atribuír la creación de un imperio a los mismos que no la explican y cuyos jefes con- fiesan haberlo atacado y aniquilado. Seguir sosteniendo que los aymaras son los constructores de Tiahuanco por- que viven desde antiguo en aquella región, aunque sus obras posteriores arquitecturales y cerámicas difieran ra- dicalmente de las tiahuanaquenses, es como si se nos atri- buyera a los criollos la edificación de las pirámides de Ma- ranga y de Pachacámac, sólo porque moramos junto a