Libro digital 1 TOMO-5 | Page 245

EL IMPERIO INCAICO 217 nen por esta deformación sus semejantes hacia Arica, Pi- sagua y Antofagasta, precisamente estas regiones, según mi hipótesis, son las de su oriundez (XIV). Todo este cúmulo de pruebas, tradiciones y conje- turas, que ya hizo a Tschudi adivinar una solución muy próxima a la que expongo, ha llevado hasta al mismo Uhle a aceptar la grande e histórica invasión venida del Sur, única manera de explicar racionalmente la súbdita interrup- ción de los edificios y estilos de Tiahuanaco. Atribuye es- ta invasión a los atacameños, cuyos últimos representantes habitan las cercanías de la comarca solariega ubicada en Cari por Cieza. Los atameños llegaron hasta el norte de Cobija a principios del siglo XIX (Ver D'Orbigny) (XV). Si fueran aymaras o progenitores de ellos, la cuestión se resuelve: ya no habría divergencias. Pero su lengua, la (unza, no presenta mayores analogías con el quechua ni con el aymara. Apenas hallo, entre muchas disparidades, la raíz atacameña tócor o tócol (hoyo, hueco, profundo) que corresponde al cbinatoc{ue aymara y al tojo quechua (nicho o alhacena); la de caicbi, piedra, que se hermana con la cala o tajsi aymara; y capur (grande), que se ajus- ta al tác{uet aymara, y al játun y jápaj quechuas. Nada de esto es bastante, ni con mucho, habiendo en lo demás tan numerosas discrepancias. Insisto en que las etimologías aisladas son ineficaces e ilusorias. Como por otra parte la genuina alfarería de Atacama no es idéntica a la colla-chulpa, y más se relaciona con la de los juríes y diaguitas, y como las toponimias atacame- ñas expresadas por Uhle se muestran en mucho fantásticas -es risible que declare atacameños los tan españoles nom- bres de Oquendo y Matute-, no pecará de irrespetuoso e infundado desconfiar de esta su hipótesis, iniciada por Von Buchwald y todavía inciertísima. El parentesco íntimo de atacameños y diaguitas con algunas tribus chilenas apa- rece muy satisfactoriamente comprobado por D. Ricardo