Libro digital 1 TOMO-5 | Page 231

EL IMPERIO INCAICO 203 mente aymara (Paposo, Aconcagua, Lampa, llave, Maleo del Limarí, etc.). Lo mismo que Lafone y Quevedo, Brinton cree análogamente que el calchaquí es un dialecto que- chua, vinculado con el araucano. Otros sostienen que el 1aján de esas regiones argentinas está emparentado con el aymara. Todo ello conduce a admitir huellas de un Pa- leo-quechua por allí. eX). Esta singular coexistencia y la tradición de invasiones venidas de Coquimbo que persi- guen y destierran el culto de Huiracocha y alteran la civi- lización tiahuanaquense, me ha llevado, desde hace muchos años, a enunciar para la historia de Tiahuanaco, su cons- trucción y destrucción, y el sucederse de los imperios en la meseta del Titijaja, una teoría según la cual la nación quechua precedió a la aymara. Bien se ve con esto que es mi hipótesis la de un imperio paleoquechua, y no en ma- nera alguna la atribución a los Incas de aquellos edificios y aquella técnica, proposición que sería disparatadísima, contraria a todos los datos conocidos, si se concibiera en los términos con que me han achacado algunos, en raptos de mala fe o de inexplicable distracción y reblandecimien- to. La lengua predominante en la época mayor del primi- tivo Tiahuanaco no pudo ser jamás la misma quechua in- caica, sino una forma muy antigua, de la que ha podido derivarse en parte el propio aymara, y que con aproxima- ción todavía representa el ájaro o cauqui, dialecto arcaico que hasta hace poco vivía en apartados rincones de Yau- yos y Huarochirí. Esta es la tesis, conjuntamente étnica, arqueológica y filológica, que procuraré exponer con algu- na mayor amplitud en la lección venidera.