Libro digital 1 TOMO-5 | Page 228

200 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO y la andina hacia el Sur, que a su vez se subdivide en chibcha y peruana. En vista de los datos contemporáneos, no pasa de un prejuicio o espejismo el sistema que deriva todas las culturas de Centro América de las invasiones que bajan de Nuevo Méjico, Utah, Nevada y Colorado. Ver- dad que los pobladores solían venir de allí en oleadas, por los mismos fenómenos de desecación que observaremos en sentido inverso al tratar de la puna y el desierto de Ata- cama en Sud América (y además porque hemos recono- cido que los indios americanos en gran mayoría provie- nen de esa ruta del Asia Extrema); pero hay que distin- guir edades, y sobre todo pobladores, de culturas. En el continente norte, éstas parecen irradiar de Guatemala y Nicaragua, al paso que de otro lado ascendían a la meseta Anahuác las bárbaras hordas de los destructores septen- trionales. Antiguas tradiciones mayas hacen venir del Sur- oeste a los primeros representantes, y la geología confirma tales datos, porque en épocas anteriores mucha porción de la península del Yucatán hubo de ser inhabitable. Renace con esto la doctrina de la prioridad del Sur, propugnada por Haebler y Bancroft, y confirmada ahora por Walter Lehmann. La invasión de dichos elementos en Sud América no exige aceptar la conquista inmediata chorotega, que carece de comprobación lingüística. Los trasmisores o mediadores plásticos han podido ser los chibchas, a que pertenecían los güetaros, colindantes en Nicoya con los chorotegas man- gues. Es la teoría que, con Uhle defienden Rivet y Jijón (IX). Lo que parece casi seguro es que una raza braqui- céfala, próxima pariente de éstos y aquéllos como lo de- muestran el fondo común de mitos, artes e instituciones, y el aspecto antropológico, una raza tronco, madre y edu- cadora de quechuas, aymaras y araucanos, ha penetrado en las serranías del Perú trayendo su técnica agrícola y ce- rámica, cuando comenzaba a difundirse en el litoral la afin