EL IMPERIO INCAICO
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expansión de los chorotegas, estudiada por Spinden y resu-
mida claramente por ]ijón. Quizá el arqueólogo ecuatoriano
multiplica demasiado las invasiones, aunque hay holgado si-
tio para ellas en los dilatados siglos de esta prehistoria. El
camino de los inmigrantes está en todo caso manifiesto.
En Centro América se ven el signo escalonado, las grecas
y meandros, la arquitectura megalítica de pilastras, colum-
nas y estatuas, que muchos creyeron peculiar de Tiahua-
naco y que reaparece en Chavín. No es desmesurada la
distancia del sur de Costa Rica, extremo del área choro-
tega, con los mangues de Nicoya, a los monolitos chibchas
análogos de San Agustín en las nacientes del Magdalena,
y de allí a Manabí y al Azuay, en costa y sierra e~uato
rianas respectivamente, y a nuestro Callejón de Huaylas,
precursor indudable de Tiahuanaco. Según la acertada cro-
nología de ]ijón, a quien para este asunto me atengo, la
expansión chorotega hubo de realizarse trescientos y cua-
trocientos años antes de Cristo. Claro que sus repercute-
siones directas e indirectas, por el consiguiente reflujo de
pueblos, no pudieron llegar sino algunos siglos más tarde
al corazón de los Andes peruanos. Agrega ]ijón a la cho-
rotega otra expansión anterior, atribuída a la cultura ar-
caica mejicana, porque sigue la creencia de Spinden de
haber sido Méjico el centro del cultivo del maíz. Mas,
como me parece exigencia de lógica y de método científi-
co ahorrar los supuestos innecesarios, quedará en tal ca-
lidad suprimida aquélla primera, por los estudios de la
Institución Carnegie que llevo citados y que estableen el
foco centroamericano dei maíz, por no rebasar mucho la
conocida época de su cultivo los mismos primeros siglos
anteriores a nuestra era, concordantes con la difusión de
los chiapanecas.
Los mayores indicios actuales concurren en señalar
la región centroamericana como el común núcleo de tres
culturas divergentes: la maya y la mejicana hacia el Norte,