Libro digital 1 TOMO-5 | Page 226

198 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO difunden desde las islas y riberas de aquellos lagos hasta las cercanías de Copán en Honduras por el Norte y hasta el territorio de Costa Rica por el Sur. En Talamanca y otros lugares, se hallan figuras de este género, con coco- drilos estilizados (ver Jijón). Aquí están los orígenes del dios Huiracocha (VIII). Y aún podrían rastrearse en Gua- temala y en los confines de Panamá. Han sido estudiadas, a partir de mediados del XIX, por, Squier, el mismo que recorrió el Perú, y luego por Karl Bovallius y el mencio- nado Lothrop. Los postreros arqueólogos convienen en que han debido de ser sus constructores los chiapanecas, pueblo teocrático y muy inteligente, establecido hoy en el estado mejicano de Chiapas, pero cuyas raíces centroame- ricanas, atestiguadas por sus próximos congéneres choro- tegas y cholutecos de Honduras (bahía Amapala), se per- ciben por un texto del cronista dominicano de Guatemala en el siglo XVII, el Padre Antonio de Remesal, quien los dice oriundos de Nicaragua. De este modo se va aclarando el embrollado asunto de los orígenes. En el remoto pasado de Centro América se han sucedido las hegemonías de chiapanecas o chorotegas (que poblaron hasta el golfo de Nicoya en Costa Rica), de los premayas, iniciadores de la cultura que en este siglo han revelado todos sus secre- tos, y de los primeros nahuas, que, a consecuencia de sus antiguos imperios septentrionales diseminaron sus colonias lingüísticas desde los PiPeles de Guatemala y El Sa