Libro digital 1 TOMO-5 | Page 223

EL IMPERIO INCAICO 195 raba ser la zona más arcaica en el interior del Perú el camino del Norte, e indicaba la línea que las excavacio- nes de Uhle en Cuenca han venido a confirmar. Si Tiahuanaco ha sido el punto primordial de donde se originaron los períodos arcaicos mayas y mejicanos, y si por otra parte Tiahuanaco conoció y empleó el cobre, ¿Cómo lo ignoran aquellos primitivos períodos de Méjico y Centro América? ¿Cómo no llevaron allá los tiahuana- cos la papa y la quinua, ni la coca, que sólo tarde y de manera superfecial llegó a Nicaragua, ni el llama, la in- substituíble bestia de carga de nuestros imperios andinos? y repárese en que el llama y sus congéneres provinieron en anteriores períodos de la América del Norte, donde ha descubierto a sus antepasados salvajes el mismo antropó- logo Kroeber. Pretenden Uhle y otros que en la gran por- tada de Tiahuanaco hay signos jeroglíficos. No los vemos incontrovertibles: pero no es improbable que sean en efecto anotaciones astronómicas, como los glifos mayas, entre las filas de cóndores y figuras humanas de dicha portada. Sien- do verdad hoy averiguada perfectamente que las primeras inscripciones de ciudades mayas no anteceden en mucho a la era cristiana, y que antes no se conoció allí la escri- tura jeroglífica, si Tiahuanaco fuera el antepasado remoto de esas capitales habría que suponer que, en el camino hacia el Norte, su raza olvidó o dejó perderse un cúmulo de invenciones importantísimas. No es racional aceptar tan inverosímil desmedro o tal fenómeno de amnesia, com- parable al que el buen Montesinos atribuye a los prínci- pes vecinos del Cuzco, que olvidaron por una invasión sus compromisos matrimoniales, y luego dócilmente aban- donaron las letras d