XVIII
NOTA PRELIMINAR
(a, síntesis de su vasta erudición, de sus certeras intuicio-
nes no de técnico pero sí de versado en asuntos etnológicos
y lingüísticos, en la cual revisa puntos de vista que la
moderna investigación recomendaba superar y confronta
y coordina amplia y rigurosamente las versiones de los
Cronistas COn los datos arqueológicos de su tiempo. Al-
gunas de sus tesis acaso se encuentran hoy rectificadas por
la investigación posterior a su estudio; el aporte de su
visión de conjunto del Incario, llena de vitalidad y colo-
rido, tiene en cambio una vigencia general, sobre todo en
la presentación de las analogías de las instituciones incai-
cas con las de las principales civilizaciones del Antiguo
Oriente y de la América precolombina. En los primeros
meses de 1938 dirigió las excavaciones en el antiguo Hos-
pital de San Andrés, en busca de la s momias de los Incas,
traídas del Cuzco a Lima por Ondegardo, sin que el éxito
del hallazgo rematara su fervorosa empresa. Durante su
vue~ta al mundo, finalmente, los años de 1938 a 1940, en
Tokio y en Kioto pronunció varias conferencias sobre ar-
queología, historia y literatura peruanas, y en ellas vuelve
a revisar sus tesis sobre nuestras civilizaciones arcaicas.
Una de esas breves confereneias o charlas, hasta ahora
inédita, se publica en el presente tomo.
Dedicó Riva-Agüero muchas horas al estudio del Perú
Antiguo, pero, además, tuvo siempre al elemento autóc-
tono como ingrediente fundamental de su orgullo perua-
nista. En su juventud realizó un largo viaje al Cuzco y
a Bolivia para estudiar las civilizaciones primitivas de esa
región cuyo territorio, unido, fue en el Tiahuanaco, duran-
te el Imperio Incaico y en los siglos virreinales antes de
la desmenbración borbónica, el gran Perú; y con sus re-
latos de ese viaje redescubrió la Sierra en momentos de
extranjerismo intelectual y se convirtió en uno de los me-
iores cronistas de los tesoros del Cuzco incaico y español.
No detuvo sus pesquizas genealógicas en las estirpes de