Libro digital 1 TOMO-5 | Page 212

184 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO
yacimientos modernos, como en Africa y TaItal. Cuando rememoramos estas supervivencias paleontológicas y paleolíticas, cuando recordamos después que el descubrimiento en el siglo XVI de Méjico y del Perú sorprendió a los grandes imperios indígenas en plena edad del bronce, y reparamos en la mentalidad ingenuamente liberal y democrática que domina todavía en nuestros actuales círculos superiores, sospechamos que el destino perdurable de América es ser el continente tardío, apegado a las formas que el Antiguo superó.
El área geográfica del Perú, que se identifica con su área cultural antigua, no se limita al cuadro territorial de la presente República. Comprende cuando menos todo el Alto Perú o Bolivia, idéntico al Perú Bajo en clima y orografía, y aun se extiende, como a regiones aledañas, a la sierra del Ecuador, hasta Pasto, y las nacientes del Cauca, a la porción andina del Noroeste argentino y a la mayor parte de Chile, hasta más allá del Maule. Estas que llamo regiones aledañas y que fueron campos de extensión de los sucesivos imperios de Tiahuanaco y de los Incas, tienen ya particularidades climáticas diferentes por el régimen de lluvias, que es mucho más abundante en el Norte del Perú y Quito y en el valle central chileno; pero participan de la naturaleza peruana por los esenciales factores de los Andes y de la corriente de Humboldt. Estos dos elementos geográficos son los ejes naturales del Perú. Si substancialmente Méjico es una meseta que desciende hacia el Norte, Colombia y Venezuela respectivamente las cuencas del Magdalena y del Orinoco, Chile una costa, y el Río de la Plata es la pampa, el Perú histórico es la cordillera cuyo litoral enfría la corriente polar de Humboldt. De ambos elementos nos vienen todas nuestras características territoriales, la esterilidad y el refrigerio del clima, la riqueza minera, la escasez agrícola y la dificul-. tad de comunicaciones, la economía y el paisaje, las líneas