EL IMPERIO INCAICO 181
gua unión de los continentes en las anteriores edades geológicas. Nuestra América del Sur ofrece, en el relieve a vanzado del litoral brasileño, la correspondencia casi perfecta cOn el Golfo de Guinea, del cual hubo de desprenderse según la mencionada teoría. La América del Sur es una hermana menor del Africa, adelgazada y atenuada, pero como ella redondeada, compacta y monótona. Prendida como ella por un itsmo al continente mayor, del que en muchas cosas de su flora, fauna e historia depende, América del Sur es semejante al Africa en minas, bosques y mesetas, menor en lagos y desiertos, y mayor en ríos. Tiene aún más probada inferioridad respecto de la América del Norte, porque no posee la dentellada variedad de sus penínsulas y mares interiores, que tanto contribuyen a la vivacidad de las comunicaciones marítimas. Las Antillas componen una especie de gran Mediterráneo, aunque es cierto que por primeros navegantes y piratas ha tenido este continente americano a los arahuacos y caribes, y luego a los bucaneros, en vez de los fenicios y los griegos, lo que es ya notable diferencia. En sus manifestaciones naturales y hasta en los sociales, América del Norte, es una réplica y una simplificación de Europa; y esto que en Historia Natural y costumbres se aplica a la América Septentrional, conviene, en el paralelo propuesto, a la del Sur. Lo que nos salva de la monotonía es la cordillera de los Andes. La altura, en América, principalmente en la tropical, produce la diversidad de climas y de tipos sociales.
La raza indígena es ciertamente una en ambas Américas, como lo admira y pondera el americanista alemán Dr. Carlos Troll. Es ella mongoloide, según lo demuestra la uniforme extensión de la mancha mongólica en los recién nacidos; pero ha de considerarse como la rama pobre, olvidada y antiquísima, que se desprendió de los mongoles de Asia, pues los nuevos experimentos sobre la composición de los grupos sanguíneos en la especie humana