Libro digital 1 TOMO-5 | Page 196

168 JosÉ DE LA RIVA-AGÜERO brados representantes, se hizo desde los principios en el Perú sin dificultad ni repugnancia alguna. Pudo el español ser cruel, pero no despreciativo y excluyente por sistema, como lo fue el anglo-sajón en la América del Norte. Nun- ca sintió el castellano por la sangre india el invencible des- vió que a la sazón experimentaba por la judía y la mora. El catolicismo fervoroso disipó en los conquistadores todo~ los prejuicios contra tan sumisos neófitos. Por eso la coloni- zación hispana produjo de veras pueblos nuevos y mes- tizos, que no representan una reproducción simplificada y agigantada de Europa, como ocurre con la América Ingle- sa, sino un experimento de aleación étnica, audaz, lento y laborioso, pero interesantísimo. Hemos pagado con tro- piezos, atrasos y dicterios la generosidad y alteza del in., tento. Los puros blancos, sin ninguna excepción, tenemos en el Perú una mentalidad de mestizaje, derivada del am- biente, de las tradiciones, y de nuestra propia reflexiva voluntad de asimilación. Dos herencias, a la par sagradas, integran nuestro acervo espiritual; y si presentan sendos defectos, ofrecen también correspondientes virtudes y an~ tídotos. Renegar de cualquiera de ellas, sería torpe y men- guado. Peca la tradición incaica por sus tendencias socialistas y despóticas, cuyos deprimentes resultados analiza con tanta maestría el contemporáneo Baudin. Es la menos li- beral y democrática de las dos, por más que duela a la mayoría· de sus panegeristas: su idal fue el orden, el mé~ todo, la disciplina y la jerarquía. Estriba en ella nuestra mancomunidad con las repúblicas andinas y particularmen- te con Bolivia. La española adoleció con frecuencia de desarreglo y anarquía incoercibles, aun bajo el régimen de la con- centración monárquica autocrática; pero su nobleza, ex- celencias y evidentes beneficios superaron con extremo sus culpas y sus errores. En ella y sólo en ella radica nues-