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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
perio incaico o neoC¡uechua vino a representar, al cabo de
una larga evolución, y de invasiones y vicisitudes indica-
das por la arquelogía y las tradiciones de los cronistas,
el renacimiento y último fruto de la cultura de 1iahuanaco.
Expuse por primera vez los fundamentos de estas
opiniones mías en los estudios sobre Garcilaso, publicados
por la Revista 'J-fistórica desde 1906 (tomo 1, trimestre IV).
Los reproduje en mi libro La 'J-fistoria en el Perú (Lima,
1910). Envié, por esos mismos tiempos, una abreviada y
particular formulación de la hipótesis, al Congreso Cien-
tífico de Santiago de Chile. Amplié y reforcé los argumentos
principales en mis lecciones universitarias de Mayo de
1918. Insistí, agregando algunas consideraciones, en las pá-
ginas 17 a 30 de la Introducción de mi folleto acerca de las
relaciones entre la comarca santanderina y el Perú (San-
tander, 1921). Compuse sobre la materia una memoria
especial, que he presentado al Congreso Histórico de Se-
villa este año y que se ha de imprimir muy pronto. En
consecuencia, debo limitarme aquí a indicaciones sumarí-
simas, comenzando por las razones menos contundentes,
yendo en progresivo orden probatorio, y condensando los
resultados de mis citadas exposiciones y los trabajos de
diversos etnólogos concurrentes al mismo fin.
l.-Los collas o pseudo-aymaras, como sus congéne-
res los atacameños ( y aun es cierto que 105 mismos que-
chuas modernos; ya apuntaré después porqué), se ente-
rraban en cuclillas; y los genuinos enterramientos del
Imperio de Tiahuanaco presentan con frecuencia los ca-
dáveres en sentido horizontal.
H.-Muchas momias en Tiahuanaco no son aymaras,
sino ostensiblemente quechuas, sobre todo en la necrópolis
llamada del Norte, según lo ha patentizado Hrdlicka.
III.-La época reconocidamente colla produjo grosera
alfarería y construcciones funerarias denominadas chu.1pas;
mientras que la floreciente de Tiahuanaco se caracterizó