Libro digital 1 TOMO-5 | Page 183

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N este sugestivo y substancioso libro, mi amigo el reputado historiógrafo Dr. D. Horacio H. Urteaga me dispensa el honor de prohijar algunas de mis teorías. Es la primera y para mi más importante, entre las varias que formulé hace bastantes años, la del quechuísmo del primitivo imperio del Tiahuanaco, que apellidaré imperio Paleoquechua, por evitar la confusión lamentable en que incurrió Uhle al atribuirme( Orígenes de los 1ncas, Congreso de Americanista de Buenos Aires, 1910) la pueril creencia de ser incaica la civilización tiahuanaquense. Ni el Dr. Urteaga ni yo sostenemos tan extravagante doctrina. Lo que en este punto opinamos-y es muy diferente de la antojadiza suposición de Uhle a nuestro respecto- se resume en que la civilización de Tiahuanaco, a lo menos en su época clásica, de expansión y apogeo, no pudo ser armara o colla; que es muy probable que la engendraran y desarrollaran pueblos íntimamente emparentados por lengua y sangre con la familia actual quechua, aunque es claro que en un estado filológico anterior al del idioma general difundido por los incas( paleo-quechuísmo); y que el im-