Libro digital 1 TOMO-5 | Page 178

150 JOSE DE LA RIVA-AGÜERO es muy al contrario. Por las Relaciones geográficas de 1n- dias 82 se ve que fueron los Incas los que llevaron coPas al valle de Cochabamba, concediéndoles tierras para el cultivo del maíz y remedio de la esterilidad del altiplano. En cuan- to a la provincia de CayIloma, fue invadida en el período preincaico, por ellado de VeHlle y el nevado de Collahua- ta¡ y estos coUas "vencieron a los que eran naturales, y los echaron por fuerza, y se quedaron ellos" 83. Resulta, pues, que penetraron por el Noreste, y de allí se exten- dieron a Soras, Lucanas y los Chocorbos. Así el origen septentrional de los Aymaras, insinuado por Middendorf y Uhle 84, que los hacen venir del Noroeste por el Apurímac y Ayacucho, se resuelve en una ilusión, ya que, según atrás apuntamos, las infiltraciones aymaras en Yauyos, JunÍn y Chachapoyas se deben a reconocidas emigraciones del Sur 85 • Estas pueden explicar, después de la caída de Tiahuanaco, ías guerras y contactos de poblaciones colla s con los Chin- chas costeños, los cuales se jactaban de haberlas rechazado mediante hazañosas expediciones, rememoradas por Cieza, y calificadas harto severamente de mendaces por Garci- laso 86. No hay necesidad de admitir con Uhle la penetra- ción directa de los Chinchas, en alianza con los Aymaras, hasta muy adentro de la Sierra y hasta el mismo Collao. Basta al contrario, y en consonancia con los tradiciones del valle de Chincha, que, aun sin pasar de Huaytara, se halla- ran en relación de hostilidad con efectivas naciones collas, pues la aymarización de Chancas, Pocras, Morochucos, Lu- 82 Tomo II, pág. 58. Confirmado por Garcilaso, Comentarios, Primera Parte, Libro VII cap. I. 83 Relaciones yeográficas de 1ndias, tomo II, pág. 40. 84 Uble, Posición bist6rica de los .Aymaras. 85 Relaciones yeográficas de Jndias, tomo 1, pág. 61 Y sgts. Descripción de Yanyos por el corregidor D. Diego Dávila y Briceño.-Garcilaso, Comen- tarios, Primera Parte, Libro V, cap. XXVI. 86 Cieza, Crónica del Perú, cap. LXXIV; Garcilaso, Comentarios, Primera Parte, Libro VI cap. XIX.