Libro digital 1 TOMO-5 | Page 177

EL IMPERIO INCAICO 149 di da que nos apartamos de la Cordillera al Oriente, y pasamos de Jujuy a la región calchaquí, advertimos una toponimia quechua tan honda y recia, que ha requerido para establecerse, el transcurso, no de escasas generacio- nes, sino de varios siglos 79. Narra Garcilaso 80 que el reino de Tujma se sometió espontáneamente al Inca; y que los embajadores de los nuevos· y voluntarios súbditos recor- daron cela fama y hazañas de los progenitores" del mo- narca cuzqueño, y le rogaron que emprendiera la conquista dI:! Chile, país ce de que tenían relación por sus padres y abuelos". Diríase que se repite el caso de los quechuas de Abancay y Andahuaylas en un reinado anterior 81; Y que como ellos, solicitaban los Tucumanos alianza contra enemi- gos occidentales, que todo induce a suponer aymarizados. Es, pues, muy probable que se trate aquí también de centros quechuas, que se incorporan de grado, invocando tradicio- nes comunes. ¿No es acaso sugestiva la leyenda, si se to- ma en cuenta que las excavaciones hacen patente la du- radera influencia de la civilización tiahuanaquense en el Tucumán? Mucho más que tales coincidencias y conjeturas, con- tribuye a arruinar la tesis de la prioridad aymara el po- sitivo conocimiento del tardío avance colla en las sierras de Bolivia y el Perú. En vano afirma Uhle que los Incas arrojaron a los Aymaras de Cochabamba. Lo averiguado es duplicación aymara de "dormir". Las desinencias en cbuqui, cbaqui y cboque son palmariamente quechuas o aymaras. 79 En obsequio a la brevedad nos limitamos a citar, entre mil, Chan· manta, Huicuñorcco, Lorohuasi, Condorhuasi, Alpasinc