EL IMPERIO INCAICO
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canas, Soras, Chocorbos y Huancas, y de las punas de Cho-
clococha y Paucaray, es un hecho indiscutible. La leyen-
daria conservación de tales contiendas las aproxima a la
edad de los primeros Incas, y veda situar la emigración
aymara de Ayacucho y Huancavelica en los tiempos del
apogeo del primitivo Tiahuanaco.
Si los Aymaras hubieran sido los constructores de
Tiahuanaco, la ruina y abandono de su capital sagrada ha-
bría coincidido con la decadencia de su poderío y el aba-
timiento de su raza. "El mundo peruano, como escribe
Uhle, se habría rehecho de las influencias excesivas de la
raza aymara" 87. Y bien al revés absorvamos que cuando
Tiahuanaco yacía inconcluso y desolado, y huían perse-
guidos los Huiracochas, alcanzaba la nación de los Callas
su mayor expansión y pujanza. Entonces el Chuchi Cápac
o Colla Cápac ensanchaba sus dominios, según Sarmiento,
desde veinte leguas del Cuzco hasta los Chinchas oChar-
cas, y desde Arequipa y Atacama hasta los Mojos; y, se-
gún Cieza, Zapana, el Príncipe de los poderosos Hatun-
callas, se diponía a subyugar el Cuzco 88. Entonces los
de la vanguardia aymara, o sean los Chancas, conquistaban
Chuquibamba, y despojaban del valle de Andahuaylas y
otras provincias a los Quechuas, cuya gran antigüedad
garantiza el propio Cieza 89. No eran los Aymaras a la
sazón los decaídos, sino los dominadores, que avanzaban
formidables dondequiera, apenas contenidos, al Este y Oes-
te, por Incas y Chinchas.
En virtud de estas circunstancias y todas las demás
que en la presente disertación compendiamos, parece lo
verisímil que fueran los Aymaras los destructores de Tia-
87 Origen de los 1ncas pág. 329.
88 Sarmiento de Gamboa, cap. 37 ¡-Cieza, Señorío de los 1ncas, cap. XXXVI.
89 Cieza, Crónica del Perú, cap. XV.- Véanse también Betanzos, Suma y
narración de los 1ncas, cap. VI ¡ Y Garcilaso, Comentarios, Primera Parte, Libro
IV, cap.. XV y XXIII.