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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
toriza a suponer una antigua lengua común, intermedia en-
tre la quechua cuzqueña y la moderna aymara, y . que no
hemos vacilado en calificar de paleoquecbua. Esa prodi-
giosa diversidad de hablas provinciales (babuasimi), que
deseperaba a los misioneros españoles, "porque casi cada
cacique tenía la suya«, "yen muchas partes cada pue-
blo" 71, se reducía, como en los casos de la chumbivilca,
la buanca. y la cabuana, a profundas pero meras divergen-
cias dialectales. Eran de la misma estirpe, con el mismo
organismo gramatical y fonético, y vocabularios no muy
desemejantes, según puede comprobarse en las no pocas
que subsisten, y en los vestigios de otras por la onomás-
tica. Un texto, al que no se ha atendido debidamente, 10
establece, sin dejar resquicio a dudas, poco tiempo después
de la Conquista. Dice el resumen de las 1nformaciones de
Vaca de Castro que las más de las lenguas del Cuzco a
Quito "Son allegadas a la quechua, como la portuguesa o
la gallega a la castellana" 72. Otra autoridad de extraordi-
nario peso es el P. BIas Valera, que escribe: "El general
lenguaje del Cuzco no se diferencia mucho de los más
lenguajes de aquel imperio" 73. Observa que en varias pro-
vincias, esta lengua general se halla "tan corrupta, que casi
parece otra diferente". La transformación ha podido ser
en bastantes casos anterior a la conquista incaica; y tal
vez no andaba muy lejos de la verdad Valera cuando com-
paraba la posición del quechua en el Perú a la del latín
en Europa 74.
Todo ocurre en suma, para la Sierra peruana, como si
una onda lingüística homogénea la hubiera recorrido mu-
chas centurias antes que los Incas; y la heterogeneidad o
71 Relaciones geográficas, tomo II,
Ubro V., cap. XIV.
72 Discurso sobre la descendencia
Jiménez de la Espada bajo el título de
73 Apud. Garcilaso, Comentarios,
74 Ibidem.
y Garcilaso, Comentarios, Primera Parte,
y gobierno de los 1ncas, publicado por
'Una antigualla peruana (Madrid, 1892).
Primera Parte, Ubro VII, cap. n.