EL IMPERIO INCAICO
145
mance castellano, las formas breves medioevales se han
alargado en la lengua clásica.
No el veinte por ciento del vocabulario, como lo tasa
Uhle, sino hasta más de treinta, en sentir de D. Juan
Durand, que conocía bien ambas lenguas, es perfectamen-
te igual en ellas 68. Para lo restante, las semejanzas fonéti-
cas y las derivaciones lógicas son numerosísimas. Su in-
terdependencia, en lo general indudable, puede recibir
mucha luz del estudio de los varios dialectos en que,
recíprocamente quechua y aymara, uno con el otro, se ma-
tizan y combinan. El chinchaysuyo o chinchaysimi, por
ejemplo, participa, en diversos grados, del quechua cuz-
queño, del aymara y del puquina¡ y aun quizá del costeño
mochica (Villar). Se halla para con el quechua, en la
relación que el portugués con el castellano. Uhle ha re-
suelto por sí que el cauquí o ajara de TuPí es puro aymara.
Tello, voto de calidad, por ser natural de Huarochirí, opi-
na que representa aproximadamente una supervivencia más
alta y remota, el tronco de los demás idiomas serranos,
la lengua madre de toda la región andina 69. Descúbrase o
no esta lengua madre, dondequiera que sea, se hace cada
vez más improbable e ilógico que se confunda con la ay-
mara actual, porque las arcaicas tienden a morir pronto,
se recluyen en áreas muy estrechas, y no coexisten, en la
notable amplitud que la aymara ofrece, con las propias
lenguas y dialectos nacidos de su inmediata descomposi-
ción Fácil sería alegar ejemplos de tal ley, en todas las
partes de mundo, y no vemos porqué había de ser el Perú
la única excepción.
El aspecto de las variedades dialectales en la sierra
central del Perú, oscilantes del quechua al aymara 70, au-
68 Juan E. Durand, Etimologías peruanas (La Paz, 1921), págs. 55 y sgts.
69 Tello, Antiguo Perú, Vol. 1, pág. 98.
70 Véase, entre otros, el estudio sobre el chinchaysimi, Ms. existente en la
Biblioteca de la Universidad de San Marcos y publicado por Vara Cadillo en
la Rev. "Rist. del Perú, años 1918 y 1919.