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JosÉ
DE LA RIVA-AGÜERO
que considera del todo independientes en su origen y fo-
nética, tan sólo paralelas, con una analogía general y un
mero préstamo de voces superficial y externo. Es ocasión
de exclamar: concertadme esas razones. Una tesis devora
por fuerza a la otra. Si los dos idiomas son en lo funda-
mental y originario extraños entre sí, no puede hablarse
de etapas comparativas en su evolución, ni de precedencia
del uno respecto del otro, pues falta la común medida, y
es absurdo computar la distancia a que se hallan de un
tronco que en el supuesto no existe.
Las observaciones y elementos en que estriba este
contradictorio aparato, no pueden ser más frágiles. Una
de las pruebas de la famosa independencia absoluta de las
dos grandes lenguas andinas, consiste en que el pronom-
bre quien se dice en quechua pi y en aymara ji. A esta
cuenta, ningún parentesco reconocerá entre el griego y el
latín, porque en primero