Libro digital 1 TOMO-5 | Page 165

EL IMPERIO INCAICO 137 reproduce (monolitos, nave metálica de contención, signo escalonado, etc.). El segundo sistema arquitectural incaico, el de sillares labrados y medianos, parece la lógica evolu- ción de continuidad. En general, el estilo de los Incas es tan manifiestamente la continuación normal y el desenvol- vimiento del de Tiahuanaco, que hasta Uhle ha debido reconocerlo aSÍ, mal que le pese, en uno de sus incoheren- tes párrafos, por más que en otros lo niegue con redoblado capricho 55. Si el mismo Uhle constata que en la quebrada del Vilcanota hay alfarería tiahuanaquense, con la que se inicia la incaica, ¿porqué obstinarse, contra la evidencia, en sostener la absoluta y radical imposibilidad de que, jun- to con su cerámica, cuatro tribus pequeñas, o a lo más diez ayllos o linajes, viajaran del Conao a las próximas sierras de Paruro, y al cabo de largas estaciones prosiguie- ran su marcha la Cuzco? La objeción de que las memorias primitivas, según Gennep ha probado, no persiste más de cuatrocientos años, y que así no han podido los Incas retener el recuerdo de esta emigración, es singularmente ociosa y contradictoria en el presente caso, porque la cronología de las civilizacio- nes peruanas que Uhle reitera con tan gran ahinco, su- pone la decadencia final y ruina de Tiahuanaco, con el término de la pura influencia atacameña, hacia el siglo XII de nuestra era 56; Y de seguro que por entonces, o muy poco después, ocurría el establecimiento de las tribus incas en el valle del Cuzco. No atinamos a comprender tampoco el afán de im- pugnar que l~s primeros Incas se intitularan tales, contra la autoridad expresa de los analistas, que así los denomi- nan. No es ~enos antojadizo el completo salvajismo con que se complace en acriminar a Manco y sus compañeros, 55 Uh1e, Origen de los 1ncas, pág. 326., 56 Uh1e, .Arequeología de .Arica y ::r"cna, (Bol. de la Soco Ecuatoriana, tomo Ill, 1919).